Huánuco

¿Hacia dónde puede desarrollarse Huánuco?, una opinión de Pier Paolo Marzo

El 485 aniversario de la ciudad de Huánuco, fundada en lo que hoy es el distrito La Unión, provincia Dos de Mayo, aprovechando el centro administrativo incaico de Huánuco Pampa, es una buena oportunidad para proyectar aspectos del camino de desarrollo regional.

Una señal a seguir fue, en las fiestas de aniversario, la buena relación apreciada entre el gobernador regional y el alcalde provincial. Más allá de lo que pensemos de cada gestión, la coordinación entre autoridades de distintos niveles de gobierno es necesaria para el desarrollo en cada nivel.

Otro buen signo fue la presentación de conjuntos de danzas auspiciados por varias municipalidades, que nos recordaron la potencia cultural de esta región andina y amazónica. De manera que una línea clara de desarrollo en Huánuco pasa por impulsar sus capacidades culturales, las mismas que aportan al desarrollo turístico de las provincias que integran el departamento. Conviene recordar que Huánuco cuenta con 37 declaraciones de patrimonio religioso, por su importancia histórica o cultural, como la capilla de Huayopampa o el templo de Pachabamba, así como numerosos conjuntos musicales en todos los géneros, que tienen un espacio de formación permanente en la Universidad Daniel Alomía Robles, centro que puede nuclear la contribución histórica de personalidades y movimientos culturales en la región. No obstante, el Ministerio de Cultura asigna a Huánuco solo el 0.17% del total del presupuesto nacional, como se indicó en el Foro Huánuco coorganizado por este diario y la radio Studio 5. Esperamos que la presencia de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales haya sido aprovechada para cortar con esa irrelevancia presupuestal.

En línea con el patrimonio cultural de Huánuco, añadiéndole los recursos naturales con los que cuenta el departamento, tenemos un enorme potencial turístico, que podría concretarse con rutas precisas. De un lado, hacia la Amazonía vía el bosque de Carpish, Tingo María con su Parque Nacional y Aucayacu como entrada a la Cordillera Azul. Y de otro, hacia los centros andinos de Dos de Mayo, Lauricocha y Huamalíes. Para ello se requiere priorizar destinos que concentren inversiones en infraestructura turística y en las capacidades ciudadanas y técnicas de operadores turísticos que eleven la calidad de los servicios y productos (incluyendo los de gastronomía y hotelería) para habitantes y visitantes. Esto se puede acelerar mejorando la colaboración entre entidades públicas y agentes privados para la gestión y promoción turística.

Evidentemente, el desarrollo de Huánuco pasa por potenciar a sus agricultores, que constituyen casi la mitad (el 44%) de la población económicamente activa del departamento, logrando ser los primeros productores nacionales de carne de vacuno, papa, calabaza y té, así como importantes productores de cacao y café. Sin embargo, la falta de apoyo a la agricultura familiar y a la transformación industrial de la producción agraria viene generando una peligrosa despoblación de los campos huanuqueños, al punto que podríamos estar ante un decrecimiento de población. De otro lado, tenemos un potencial evidente; pero siempre olvidado, el forestal, que ahora es noticia, pero por su pérdida acelerada en Puerto Inca. Urge reforestar masivamente, con objetivos ambientales y de desarrollo maderero sostenible.

En cuanto a la infraestructura necesaria para las líneas de desarrollo indicadas, en lo inmediato urge mantener el impulso a la construcción del gran complejo cultural, como se detalló en una columna anterior, así como realizar una vigilancia ciudadana de los anuncios de Provías Nacional respecto de su inversión en la carretera asfaltada Rumichaca – Chaglla – Panao – Puente Racho y Pasco – San Rafael, que implican aproximadamente 1000 millones de soles para 100 kilómetros de vías asfaltadas y con elementos de seguridad vial.

Finalmente, para concretar las líneas mencionadas es imprescindible mejorar las instituciones públicas a cargo de los distintos aspectos del desarrollo, incluyendo los sectores salud y educación. Esto implica valorar la integridad como virtud ciudadana, rechazando y sancionando los actos de corrupción que pueden sabotear cualquier iniciativa. Recordando que la integridad es base de la vocación de servicio, que guía la mejora continua en todo lo que hacemos. Dicha virtud ciudadana puede guiarnos para elegir adecuadamente a los representantes que pronto impulsen el camino hacia un buen vivir como norma en esta parte del Perú.

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SOBRE EL RASTRO no se solidariza legalmente con las opiniones de nuestros columnista