Indiferencia y negligencia: receta mortal del dengue

U

n zancudo inyecta su aguijón lleno de dengue en Rosita, una niña de 9 años del distrito trujillano de La Esperanza que soñaba con florecer y dar frutos. Su cuerpo eleva su temperatura en señal de alarma, sus padres lo advierten y la llevan al tugurizado centro de salud de Wichanzao, pues es la jurisdicción que les toca por el sistema de salud acondicionado para gente pobre. Un paracetamol y es enviada a su casa.

Pero el frágil y pequeño cuerpo de Rosita quiere seguir peleando y ordena el vómito para que ahora sí le pongan atención. Los padres vuelven a llevarla al establecimiento y esta vez al paracetamol le agregan hidratación, pero nuevamente es enviada a casa.

El cuerpo de la niña ya no puede más, intenta hacer el último esfuerzo, pero se desploma y una hemorragia empieza a marchitar a Rosita.

Su padre regresa por tercera vez con su hija en brazos, pero esta vez suplica, llora, ora a Jesús, pide que le bendiga las manos del médico y las dos enfermeras que ahora intentan reanimar a la menor, pero ella ya no responde. «Preparen la ambulancia, debemos llevarla al Hospital Regional», se escucha decir al galeno.

En el camino, Rosita exhala su último aliento, y su cuerpo finalmente deja de pelear contra la adversidad, la indiferencia, y este ineficiente sistema de salud.

Ya no hay dolor, solo una extraña sensación de tristeza y vacío, pues mañana ya no podrá ir al colegio a ver a sus amigos, no podrá besar a su papá, a su mamá, ni a sus hermanos, ni ser testigo de cómo Wichanzao recupera las esperanzas tras la destrucción por las lluvias y huaicos. Y tantas ganas que tenía de vivir.

Las autoridades dan la cara, anuncian investigación, sanción a los responsables, pero no resuelven todas las dudas.

En la casa de la niña, sus padres preparan la capilla ardiente para recibirla por última vez. Sus amiguitos hoy no quieren jugar, no quieren sonreír. «Con ella era más chévere, todo más divertido», dicen. Pero también temen que un zancudo con dengue, también conocido como Aedes aegypti, los alcance mientras duermen o sonríen y tengan que ir al centro de salud de Wichanzao por un paracetamol a esperar un milagro o la muerte.

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