Tutoría

El ‘aburridísimo’, pero importante curso de tutoría | OPINIÓN

Nunca quise que me encargaran el curso de tutoría en los colegios que he trabajado como docente. En el pasado y en la actualidad, este curso se manejó y se sigue manejando de la misma manera: el tutor es el encargado de reunir a los padres de familia para coordinar las actividades del colegio, de recibir las quejas de otros profesores, de llenar la boleta de notas y, si es tutor de una promoción, debe ver a dónde llevarlos de paseo, organizar la fiesta, los distintivos, los recuerdo y un sinfín de cosas adicionales a la labor docente. Por eso, repito, nunca quise que me encargaran el curso de tutoría.

Nunca quise, pero este año me tocó ser docente-tutor. Tengo dos horas de este curso y también me encargaron el aula de la promoción del colegio. ¡Justo lo que no quería que pase! Pero como no me gusta hacer las cosas a medias, empecé a prepararme y a investigar para que mi paso como tutor no sea irrelevante en mis estudiantes.

La tutoría es un curso de acompañamiento al estudiante. El docente resuelve las dudas y orienta a su alumno para que resuelva los problemas que afronta. En un colegio público, encuentras muchas familias disfuncionales y eso irremediablemente afecta el rendimiento académico del alumno. También los adolescentes están en pleno desarrollo de su sexualidad y pueden equivocarse. Encuentras alumnos que ya son padres, que conviven con sus parejas, que viven acomplejados por el acné, que viven prácticamente solos, que no tienen dinero, que deben caminar una hora para llegar al colegio, que no desayunan, que en casa el papá llega borracho y golpea a la madre.

La educación depende de dos fuentes: del hogar y de la escuela. Si uno falla, el otro no sirve. Es como el box: puedes tener una buena izquierda, pero si no sabes rematar con la derecha todo está perdido, así es todo en la vida. La función del tutor debe ser, primero, identificar esos casos a través de la pedagogía y tratar de encaminarlos o darles alternativas de solución.

«La tutoría es muy importante en la escuela, pero solo si se lleva de forma correcta»

Enrique Eustaquio Palacios
Docente y músico

Pero ¿cómo hacer para que los estudiantes confíen su docente-tutor para contarle sus problemas? Ahí viene la didáctica del docente. Contaré mi experiencia. En una clase, debía hablar sobre los vicios y problemas en los adolescentes. Lo peor que puedes hacer es solo conversar con ellos. Debes realizar actividades, para romper lo cotidiano y sorprender al estudiante. Realicé una exposición de cuadros, con fotos de adolescentes con problemas: embarazo juvenil, drogadicción, bullying ,etc. Los alumnos ingresaron al aula, observaron las fotografías y se les pidió posicionarse en la fotografía que más les impactó. A partir de ahí inventaron una historia.

Creo que es imaginable que los estudiantes eligieron cuadros con los que se sentían identificados y que las historias que contaron luego eran sus propias historias. Solos, sin necesidad de preguntarles, empezaban a decir qué pasaba con ellos. La dinámica sirvió para poder ahondar en sus vidas (esa es también la misión de docente). También sirvió como una especie de terapia. No fui consciente de ello hasta que un psicólogo me lo confirmó. Es increíble cómo uno va descubriendo nuevas cosas. No pretendo ser el mejor docente del mundo, pero si que lo que enseño sea significativo para mis estudiantes, que recuerden lo que hicieron, que les genere una experiencia distinta, que tengan más herramientas de solución o la confianza de recibir un consejo de su tutor.

La tutoría es muy importante en la escuela, pero solo si se lleva de forma correcta. Este curso no debe entender como una carga para el docente y las autoridades educativas -comprendiendo ello- deberían evitar que este docente asuma funciones que bien podrían resolverlas los directivos y administrativos. El docente debe informarse, prepararse, buscar guías de apoyo, encontrar formas de abordar a sus estudiantes. Debe erradicarse la idea de que en el curso de tutoría no se hace nada o que los estudiantes, con el aval de su tutor, usan ese tiempo para jugar. El tutor-docente puede ser un amigo, una persona a quien confiar sus problemas, un adulto que los puede apoyar y que siempre tendrá un buen consejo que darles.

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SOBRE EL RASTRO no se solidariza con las opiniones de nuestros columnistas

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