El Concejo de la Municipalidad Provincial de Trujillo declaró en estado de emergencia una parte del litoral del balneario de Huanchaco debido a la contaminación provocada por el desborde de aguas residuales provenientes de las pozas de oxidación de El Tablazo, operadas por Sedalib S.A.
Durante una sesión extraordinaria, los regidores acordaron respaldar al balneario, exigir una solución inmediata y citar nuevamente al presidente del directorio de Sedalib, Percy Rosario Martell, quien no asistió a la convocatoria inicial argumentando haber recibido la invitación fuera del horario laboral y justo antes de un feriado largo.
La ausencia generó fuertes críticas del Concejo, que consideró el hecho como una falta de respeto a la autoridad edil, a los pescadores artesanales y a los ciudadanos huanchaqueros que acudieron a la sesión. Por ello, se programó una nueva reunión para el martes a las 9:00 a.m.
Durante la sesión, representantes de la comunidad pesquera denunciaron el grave impacto ambiental y cultural ocasionado por los derrames del 6 de enero y 31 de marzo, que destruyeron el 80% de las pozas de cultivo y afectaron severamente los totorales, materia prima esencial para construir los tradicionales caballitos de totora. Según ellos, Sedalib no ha realizado labores de limpieza ni ha ofrecido soluciones viables.
Grave contaminación
Ricardo Tarrillo Huamanchumo, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales de Huanchaco, cuestionó por qué no se construyen más pozas si Sedalib dispone de 80 hectáreas en la zona, en vez de plantear el vertido de aguas sin tratar al mar, lo que atenta contra una práctica milenaria que aún persiste en Huanchaco.
Otros líderes locales, como Percy Valladares y el regidor Iván la Riva, denunciaron la afectación al patrimonio cultural y turístico del distrito, mientras que concejales como Luis González y Jorge Vásquez exigieron la intervención de entidades como el Ministerio del Ambiente, la Fiscalía Ambiental, Segat, la Municipalidad Distrital de Huanchaco y el Colegio de Ingenieros.
Finalmente, el pescador Carlos Bocanegra reveló que la contaminación ha afectado la calidad de la totora, reduciendo la vida útil de los caballitos de más de un mes a solo dos semanas, poniendo en riesgo no solo su salud, sino también la continuidad de una tradición ancestral.