Alimentos con metales cancerígenos que rechazan en Europa se venden sin control en los mercados de Trujillo
Recientes estudios –uno de ellos encargado por SOBRE EL RASTRO para este reportaje– revelan altas concentraciones de metales pesados como cadmio y plomo en piñas, paltas y otros alimentos regados con el río Moche, que baña con su cauce amarillento y contaminado alrededor de 10 mil hectáreas del valle Santa Catalina. En el 2022 y el 2023, la Unión Europea rechazó varios lotes de paltas Hass producidos en esta zona; sin embargo, estos alimentos se venden por cientos de toneladas en los mercados del norte del país y de Lima. Conoce qué alimentos se riegan con estas aguas amarillentas, los riesgos para la salud y en el organismo de cuántas personas ya se detectaron estos metales que, si se acumulan durante años, pueden provocar diferentes tipos de cáncer.
El río Moche –uno de los más contaminados del Perú– se parece a una enorme serpiente amarillenta discurriendo desde las montañas de Quiruvilca hasta el mar de Trujillo. Su extensión es de 102 kilómetros y, a su paso, riega con sus aguas tóxicas uno de los territorios más ricos y productivos del norte: el valle Santa Catalina. Allí cientos de miles de toneladas de frutas (piñas, fresas, paltas y yucas) y hortalizas (como culantro, maíz, lechuga y tomate) se riegan cada año con las aguas de este cauce peligroso por sus altas concentraciones de cadmio, plomo, arsénico y otros metales pesados cancerígenos que vienen siendo detectados desde hace más de una década de manera oficial por el Estado.
Estos campos benditos para la agricultura hoy enfrentan una grave crisis ambiental que amenaza el sustento económico de más de 4.200 agricultores, pero lo más grave es que se está poniendo en riesgo la salud de las miles de personas que a diario comen estos productos a pesar de que en otros continentes los han rechazado por su alto grado de contaminación.
SOBRE EL RASTRO reúne en este reportaje las historias y evidencias que existen en torno a la contaminación de las frutas y hortalizas producidas en los campos de cultivo de Trujillo, alimentos de pan llevar que se venden sin control en los mercados de esta ciudad y también en los mercados de Piura, Chiclayo, Cajamarca, Chimbote y Lima. El biólogo pesquero Carlos Bocanegra, quien lleva 20 años estudiando la presencia de metales pesados en el río y en el mar de la costa norte del Perú, dice con suma preocupación: “Nos están matando lentamente”.
PALTAS CONTAMINADAS
Las alertas más preocupantes de alimentos peruanos contaminados con metales pesados llegaron de parte del organismo sanitario de Europa. Entre julio del 2021 y junio del 2024, la Comisión Europea emitió 15 alertas de frutas producidas en Perú que contenían cadmio en una concentración peligrosa, es decir, mayor a 0,05 mg/kg – ppm, que es el límite máximo permitido (LPM) en la norma sanitaria de los países de la Unión Europea y en el Códex Alimentarius Internacional de la FAO.
Al menos, dos de esos envíos de palta Hass alertados por Europa salieron de una chacra del valle Santa Catalina, ubicado en la provincia de Trujillo, región La Libertad, en el norte del Perú. Esta información la pudimos corroborar con testimonios en campo.
Estos cultivos se encuentran en Concón, uno de los centros poblados del distrito de Poroto, ubicado a una hora en auto desde Trujillo y conocido por sus sembríos de piña y palta Hass. SOBRE EL RASTRO llegó a este terreno donde en el 2017 se sembraron 7 hectáreas de palta hass, que fueron regadas con agua de filtración del río Moche acopiada en un pozo de 18 metros.
Al exportar un primer lote de paltas a los Países Bajos, saltó una alerta de la Comisión Europea. Según recuerda Segundo De la Cruz, el capataz de la chacra, el envío corresponde a marzo o los primeros días de abril del 2022. Incluso afirma que en el 2023 hubo un segundo intento de exportación y la suerte fue la misma. La Unión Europea rechazó estos envíos. En ambos casos, se detectó una concentración peligrosa de cadmio y los envíos fueron calificados como “graves” .
“Las 7 hectáreas dieron bastante (palta). Habrá sido una ‘trailada’ lo que se envió, por lo menos”. Este envío fue en marzo o los primeros días de abril. El dueño dijo que le habían devuelto la palta y tenía que pagar una multa. No sé de cuánto. La palta ya no volvió al terreno. Como es de descarte, ya la llevarán no sé a dónde”, testificó De la Cruz.
El capataz agrega: “El dueño de la empresa dijo que las plantaciones de palta que quedan (520 plantones) ya no son para exportación. Solo se vende en el mercado nacional, en La Hermelinda. Aquí vienen los comerciantes a comprarla”, comentó De la Cruz.
La Hermelinda es el más grande centro de abastos mayorista de la ciudad de Trujillo, donde a diario acuden miles de familias y comerciantes. Este centro de venta de alimentos en el norte del país es el equivalente al Gran Mercado Santa Anita de Lima. Desde ahí se distribuyen frutas y verduras a todos los mercados de Trujillo y de otras ciudades del norte como Piura, Chiclayo, Cajamarca y Chimbote; también se distribbuye a Lima.
La próxima cosecha de palta Hass en este terreno de Concón se hará en marzo del 2025 y el kilo de esta palta rechazada en dos ocasiones por Unión Europea se venderá en S/1.50 el kilo por mayor.
PIÑAS CONTAMINADAS
La palta no es el único fruto afectado. Un equipo de SOBRE EL RASTRO llegó hasta la chacra de 4 hectáreas de Maximina Rondón Azañero, en el sector La Soledad, también en el distrito trujillano de Poroto. Ella cultiva piña, una de las frutas que más produce este valle contaminado, donde entre el 2018 y el 2023 se cosecharon más de 107 mil toneladas de las variedades blanca y golden.
Toda esta producción se vendió –como ya se ha dicho– en el mercado La Hermelinda y desde ahí, confirma Maximina, esta fruta se distribuyó a otras ciudades. Incluso, algunos compradores de Cajamarca, Chiclayo o Lima llegan directamente a estas chacras y negocian con los agricultores.
Maximina tiene 67 años y a La Soledad llegó a los 15, es decir, vive aquí desde 1974. “Cuando llegué, la zona ya estaba contaminada. Es muy triste. Nosotros vivimos de la agricultura. Mire cómo pasamos, mire cómo sufrimos”, dice mientras recorremos sus campos de cultivos. La agricultura se aproxima a una de las plantaciones para explicar el impacto que tiene el agua con metales pesados en sus tierras.
“El agua amarillenta que trae la acequia desde el río Moche viene con metales pesados y no deja enraizar a la piña. Las plantaciones comienzan a secarse y el fruto no crece como debería. Las piñas están saliendo pequeñitas». Ella cuenta que deberían pesar de dos kilos para arriba, pero las que salen mejor son de menos de un kilo.
«Muchas piñas se quedan chiquitas y ya no crecerán. Eso pasa porque no hay raíz para que se pueda mantener la plantita. El agua quema la raíz, como si le echáramos candela. Muchas piñas se pudren”, comenta.
“¿Usted cree que esta piña no está contaminada? ¿Y la yuca?”, pregunta Maximina. “Todo está contaminado […] No le hemos hecho análisis a la piña, la verdad. Nunca nos han obligado, pero intentamos exportar y no nos dejaron por el agua contaminada», dice indignada.
Maximina dice que el Senasa les ha pedido que usen abono orgánico de gallina, de res o de granja en vez del abono químico. “Lo hacemos, pero por otro lado seguimos regando con el agua contaminada del río Moche”, dice para luego explicar que en enero o febrero del 2025 empezará la cosecha de toda su chacra, que está tardando más de dos años en dar fruto. “Si el agua viniera buena, cosecharíamos antes del año y medio. Necesitamos que pongan una planta (de tratamiento) para que ayuden a descontaminar el río”.
ALIMENTOS AL DETALLE
El caso de las paltas Hass de la chacra de Concón, rechazadas por la Unión Europea, es solo una de las varias evidencias e indicios que existen de una contaminación generalizada con metales pesados a lo largo de todo el valle Santa Catalina. La serpiente amarillenta avanza por decenas de kilómetros de canales de regadío administrados por una junta de usuarios que cobra un pago anual, por hectárea y según el tipo de cultivo.
Por ejemplo, para piña, se cobra una tarifa de S/105 por hectárea regada. Según el gerente regional de Agricultura de La Libertad, Miguel Chávez, de las 18 mil hectáreas de todo el valle, unas 10 mil se riegan solo con aguas del río Moche, cargadas de cadmio, arsénico, plomo y otros metales cancerígenos que discurren al río, principalmente, de los relaves de la compañía minera Quiruvilca, abandonada desde el 2017.
En el valle Santa Catalina, solo considerando las zonas irrigadas por el río Moche, cada año se siembran y cosechan más de 40 productos agrícolas entre frutas, verduras, legumbres y hortalizas; y, en los últimos seis años (campaña 2018-2023), se han producido más de 714 mil toneladas de estos alimentos. Solo en la temporada del 2023, las cosechas produjeron 101 mil toneladas.
Según la oficina de información agraria de la Gerencia Regional de Agricultura de La Libertad y los mismos agricultores consultados para este reportaje, casi toda esta producción se vende directamente, a precio de mayorista, a los comerciantes del mercado La Hermelinda y de ahí se distribuyen a otras zonas del país, incluyendo la capital.
En las temporadas del 2018 al 2023, los diez alimentos que más se producen son el maíz chala, piña, palta, yuca, lechuga, maíz amarillo, maracuyá, zapallo, pepino y poro. Pero también se producen importantes cantidades de mango, sandía, tomate, vid, rábano, maíz choclo, frijol vaina y maíz morado. Todos estos productos son regados con las aguas amarillentas que ingresan del río a través de los canales de irrigación que recorren todo el valle.
CONTAMINACIÓN GENERALIZADA
Para probar que la contaminación de piñas, paltas, fresas o yucas producidas en el valle Santa Catalina no son casos aislados, SOBRE EL RASTRO revisó los últimos monitoreos del Servicio Nacional de Sanidad Agraria del Perú (Senasa) en los que se toman muestras de las 24 regiones del país y se analiza su grado de contaminación respecto de metales pesados y otros contaminantes.
Para su informe del 2023, el Senasa recolectó 4.902 muestras de alimentos de origen vegetal, de las cuales el 8% se recolectaron en la región La Libertad. Fue el segundo departamento con más muestras (406), después de Lima (1.424).
¿Qué dicen los análisis? Resulta que La Libertad, con un 14% de sus alimentos contaminados con metales pesados por encima de los límites máximos permitidos, es la cuarta región más afectada por este problema en Perú. Aparece después de Loreto (23%), Áncash (22%) e Ica (16%). Según el estudio, a nivel nacional, el cadmio y el plomo fueron los metales que más aparecieron en los alimentos de la muestra.
Este estudio del Senasa presenta un problema para nuestro reportaje. No precisa bien de qué campos de cultivo y centros de abastos de la región La Libertad se tomaron las muestras, así que no tenemos certeza sobre la cantidad de muestras extraídas del valle Santa Catalina.
En el 2021, el SENASA realizó un monitoreo de residuos en alimentos agrícolas de origen primario en la cuenca del río Moche. Según un informe preliminar enviado a la Gerencia Regional de Medio Ambiente, de las 134 muestras colectadas para el análisis de contaminantes químicos (plaguicidas y metales pesados) 50 muestras (35%) excedían los límites máximos permitidos. Sin embargo, este informe preliminar no da el detalle específico por metales pesados.
SOBRE EL RASTRO solicitó el informe final a la ingeniera Yani Valdez Vera, jefa del área de Insumos Agropecuarios e Inocuidad Alimentaria del Senasa La Libertad, pero hasta el momento no lo remitió. El pasado 22 de noviembre, solicitamos estos documentos de manera formal al Senasa, pero hasta la fecha de publicación de este reportaje aún no teníamos una respuesta.
ENVIAMOS MUESTRAS A UN LABORATORIO
Al margen de estos estudios oficiales, para este reportaje SOBRE EL RASTRO contactó a un grupo de ingenieros agrícolas del Laboratorio de Suelos de la Universidad Nacional de Trujillo, quienes tomaron muestras de 15 paltas y 9 piñas de dos parcelas de Poroto y las enviamos al laboratorio de química agrícola Valle Grande.
Las muestras de palta se extrajeron de la misma chacra del envío que la Unión Europea rechazó. Mientras que la muestra de piñas se obtuvo de un puesto de venta del centro poblado de Shirán, también en Poroto, cuyos frutos se cosecharon días antes en una chacra cercana. Según los análisis, las paltas y piñas muestreadas contienen cadmio, plomo y arsénico. Tanto en la muestra de palta como de piña, el plomo (Pb) tiene concentraciones por encima de los valores permitidos en el Códex Alimentarius Internacional de la FAO, que es de referencia para el Perú, mientras que respecto al cadmio los valores no exceden el LMP, pero están muy cerca de ese valor.
El biólogo Carlos Bocanegra señala que lo más preocupante en estos resultados es la concentración de plomo, ya que supera el LMP, al igual que la concentración de cadmio, que está muy cerca de los límites permitidos. ¿Esto es peligroso para la salud? Bocanegra explica que, por más pequeña que sea la cantidad de metales pesados que ingresa a nuestro organismo, estos se acumulan en las partes nobles del cuerpo como el hígado, los riñones, el corazón, los músculos y en la sangre.
«Si estoy permanentemente en ese entorno y consumo esos productos, por muy pequeñas cantidades que tengan, va a llegar el momento en que se superen los límites permitidos en el ser humano. Normalmente eso ocurre a mediano y largo plazo, salvo que las cantidades sean altísimas”, comentó el experto.
Bocanegra realiza una relación con la salud aún más grave: “En el 2017 se detectaron 1.500 casos de cáncer en la región La Libertad. Este número definitivamente no ha disminuido, ha aumentado. La respuesta es que el cáncer se genera por el deterioro de las células y este deterioro es provocado por la ingesta de alimentos y agua contaminada con metales pesados. Aquí hay una responsabilidad sobre la vida”.
Según la Sala Situacional de Cáncer en el Perú del Ministerio de Salud, solo durante los tres primeros meses del 2024, en La Libertad se diagnosticaron 438 casos. En el 2023, la cifra de pacientes diagnosticados con cáncer llegó a 1.756.
El artículo Riesgos para la salud por metales pesados en productos agrícolas cultivados en áreas abandonadas por la minería aurífera en la Amazonía peruana, publicado el 2020 en la revista Scientia Agropecuaria, afirma que el cadmio, plomo, arsénico y el mercurio son tóxicos y se acumulan en los organismos vivos.
El artículo afirma: “El arsénico, cromo y cadmio son considerados como elementos cancerígenos (Kim et al., 2015; Barraza et al., 2018) y el mercurio puede generar ataxia en adultos y déficit de lenguaje, atención y desempeño visuoespacial en niños (Tshala-Katumbay et al., 2015). Mientras que el plomo es considerado como posiblemente cancerígeno (Kim et al., 2015)”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el plomo en niveles elevados en la sangre “puede afectar al cerebro y el sistema nervioso central, lo que puede provocar coma, convulsiones e incluso la muerte”. Con respecto al arsénico, este organismo internacional afirma que “el arsénico inorgánico es un carcinógeno confirmado y es el contaminante químico más importante del agua de bebida en el mundo”. Además de cáncer de piel, la exposición prolongada al arsénico inorgánico por consumo de agua o alimentos contaminados también puede causar cáncer de vejiga y de pulmón.
Finalmente, sobre el cadmio, el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos sostiene que alimentos contaminados con cadmio pueden producir cáncer al pulmón. La OMS afirma que el cadmio es un “cancerígeno humano” que genera “efectos tóxicos sobre los riñones, el sistema óseo y el sistema respiratorio”.
ORIGEN DE LA CONTAMINACIÓN
La principal fuente de contaminación por metales pesados del Valle Santa Catalina es el río Moche, gravemente afectado en la parte alta de la cuenca por la actividad minera, principalmente de la compañía minera Quiruvilca y de otros 14 puntos de contaminación metalúrgica, según informes el último informe de fuentes contaminantes de la ANA.
La Compañía Minera Quiruvilca fue abandonada en el 2017, lo que agravó la contaminación del río Moche. Los relaves mineros Almilvirca, San Felipe y Santa Catalina descargan y filtran a diario sus aguas tóxicas directamente al río sin ningún tipo de control.
Las evidencias de contaminación del río están documentadas oficialmente por la Autoridad Nacional del Agua desde el 2012. En su informe de ese año, esta entidad afirmó textualmente: “Durante el trabajo de campo se ha observado que las aguas del río Moche presentan coloración marrón-rojiza, situación que está haciendo cada vez más problemático su uso para fines de riego pues se corre el riesgo de que se está afectando notablemente el índice de fertilidad natural de los suelos, al alterar los niveles de acidez y basicidad de estos”.
En este primer informe que la ANA realizó sobre la cuenca del río Moche se responsabilizó a la Compañía Minera Quiruvilca y a la Planta de Concentración de Minerales de Shorey de ser las principales fuentes de contaminación: “…aguas arriba de estas operaciones la coloración del río Santa Catalina [que luego se convierte en el Moche] es cristalina, luego de estas operaciones es marrón-rojiza”. Esa coloración es la misma que sigue apareciendo 13 años después de esa afirmación en los campos de cultivo de todo el valle Santa Catalina. Poco o nada se ha hecho para remediar este grave problema ambiental que hoy está en manos de la empresa pública Activos Mineros del Perú (AMSAC).
Desde el 2012 hasta el 2023, la ANA, organismo adscrito al Ministerio de Agricultura, responsable del cuidado de este y de los demás ríos del país, detectó año a año exceso de cadmio, cobre, plomo y otros metales pesados muy por encima de los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) de agua. SOBRE EL RASTRO revisó todos sus informes y sistematizó en el siguiente cuadro la evolución del cadmio y el plomo en todos los puntos de monitoreo de la cuenca del río Moche. Los puntos en rojo son los que registran concentraciones por encima de los LMP, de acuerdo con las normas del Ministerio del Ambiente.
“En septiembre, con las primeras lluvias, el agua del río Moche ha bajado de color naranja o amarillo y el agricultor, frente al problema de no tener [otra fuente de] agua y la urgencia de que sus campos no se sequen, riegan directamente con esta agua”, comenta el gerente regional de Agricultura de La Libertad, Miguel Chávez Castro. En Quiruvilca, señala, hay una enorme relavera que, cuando llueve, se desborda directamente hacia el río. “Es un pasivo minero que, hasta ahora, nadie ha visto una solución, ni el Ministerio de Energía y Minas que da autorizaciones [para las operaciones mineras]”, agrega. Entrevistado por SOBRE EL RASTRO, Luis Alberto Limo Seclen, jefe de la Autoridad Local del Agua (ALA) para el río Moche, dijo que su institución ha evidenciado la contaminación de estas aguas por metales pesados, pero admitió que no tienen “facultad para suspender inmediatamente las licencias de agua” que otorgan a las empresas mineras que contaminan.
“Nosotros no tenemos la facultad para suspender inmediatamente [las licencias de usos de agua] porque ya depende de los sectores que otorgaron las licencias a la actividad. Los resultados de Estándares de Calidad Ambiental en el cuerpo de agua no nos indica la acción específica [de contaminación]. Ahí faltan precisar algunos aspectos”, afirmó Limo.
El gerente Miguel Castro criticó el papel que está desempeñando el Gobierno Central al haber aprobado una serie de dispositivos que declararon en emergencia al río Moche, pero que deja en manos de los municipios y el gobierno regional dar solución al problema. “Es una irresponsabilidad, por decir lo menos, con la región La Libertad o con el valle Santa Catalina, porque el Ministerio de Energía y Minas es el que da las autorizaciones y son los que tienen a su cargo la solución de este problema del enorme pasivo minero de Quiruvilca”.
PERSONAS AFECTADAS CON METALES PESADOS
En La Libertad ya se están detectando personas contaminadas con metales pesados en sangre, según los tamizajes realizados por la Gerencia Regional de Salud. El 2023, se realizaron análisis de laboratorio a 692 personas, de las cuales 581 fueron niños, 91 gestantes y 20 de otros grupos poblacionales. Se analizó la presencia de plomo, cadmio y arsénico.
Los tamizajes se aplicaron en 20 distritos de 8 provincias de la región y la mayoría de distritos pertenecen a las zonas afectadas por la contaminación del río Moche, pues en estas comunidades se consumen los alimentos regados con estas agua e incluso consumen agua captada del cauce o de los puquios que se forman por filtración del río.
Según la jefa de la Dirección de Epidemiología de La Libertad, Ana María Burga, de las 692 personas a las que se les sacó muestras de sangre, un total de 512 tienen valores de arsénico que están «un poco por encima de los valores referenciales, que se pueden considerar normales». Para cadmio hay 8 personas y para plomo 3 personas, quienes superaron los valores referenciales. La especialista afirmó que hasta ahora dos de estas personas tienen síntomas de intoxicación, es decir, que su organismo está teniendo algún grado de lesión por los metales pesados.
Burga afirmó que están analizando si la mayoría de casos de contaminación de personas coinciden en las zonas afectadas por las aguas del río Moche. «Con estas aguas se riegan los campos de cultivo y, si [las aguas] ya están contaminadas por los relaves mineros, entonces sí produce daño», dijo. Agregó: «La principal fuente de contaminación para las personas en el mundo hoy son los alimentos, porque se contaminan con estas aguas».
La mayoría de estos metales, advirtió, son cancerígenos y una vez que se acumulan en el cuerpo no pueden ser expulsados. «Hasta hoy no se conocen sustancias para eliminar los metales pesados. Lo importante es evitar la exposición», afirmó.
En una reunión con autoridades de Salud, Pablo Haro, presidente del Comité de Defensa del río Moche, dijo que las comunidades las personas están preocupadas porque los especialistas les han indicado que por más que hiervan el agua o cocinen los alimentos los metales pesados no desaparecen. «Se deben tomar acciones de emergencia para que, como mínimo, les abastezcan de agua sin contaminación para que consuman», exigió.
El río Moche está declarado en emergencia desde el 2020 . Lo decretó el Gobierno de entonces presionado por las rondas campesinas de La Libertad que tomaron la carretera Panamericana Norte como medida de protesta. En el marco de la emergencia se destinaron S/10 millones para ejecutar acciones iniciales que permitan resolver, de una vez por todas, los enormes pasivos ambientales que a diario derraman sus aguas contaminadas al río que llega a Trujillo. Se vienen realizando reuniones periódicas, se han anunciado algunas inversiones privadas en zona donde se ubican los relaves y se están convocando a estudios para ejecutar el cierre de la mina Quiruvilca, hoy tomada por los mineros informales. Mientras tanto, los organismos ambientales y de salud del Perú, con sus monitoreos, están abocados a detectar lo que ya sabemos: el agua, los alimentos y las personas ya presentan evidencias serias, muy serias, de contaminación.
® Esta investigación la realizó el equipo de SOBRE EL RASTRO con el asesoramiento del FOREC-Foro de Reporteros y Reporteras en Conexión, en Alianza con IDEA Internacional. Vanessa Romo estuvo a cargo de la edición y Jonathan Castro en la coordinación general.
Los contenidos de este reportaje son responsabilidad de los periodistas y entrevistados y no necesariamente reflejan el punto de vista o posición de IDEA Internacional.