El 17 de septiembre de 2025, el Palacio de Gobierno fue escenario de un anuncio que podría redefinir el futuro energético del Perú y, a la vez, desencadenar un conflicto socio-ambiental en el norte. La presidenta Dina Boluarte, acompañada del ministro de Energía y Minas, Jorge Montero, y representantes de las empresas Chevron, Westlawn y Anadarko, firmó la modificación de los contratos de exploración y explotación de hidrocarburos en los lotes Z-61, Z-62 y Z-63, ubicados frente a las costas de La Libertad y Lambayeque.
Este acuerdo incorpora a Chevron y Westlawn al consorcio liderado por Anadarko, con el objetivo de explorar y potencialmente extraer petróleo y gas en la Cuenca Trujillo. La presidenta Boluarte afirmó: “Con la llegada de Chevron, la tercera mayor petrolera del mundo, enviamos un mensaje claro y contundente: el Perú es un país confiable, serio y estable para la inversión de gran escala”.
Durante su participación, el ministro Montero destacó que, de confirmarse las reservas frente al mar de Trujillo, la producción nacional podría superar los 400,000 barriles diarios, lo que supera ampliamente el consumo actual de 290,000 barriles. El Perú se convertiría automáticamente en exportador neto de hidrocarburos.
Tecnologías de punta y desafíos técnicos
La iniciativa es técnicamente ambiciosa. Montero explicó que las perforaciones podrían alcanzar hasta 4,000 metros de profundidad en un entorno marítimo cuya columna de agua puede llegar a los 2,000 metros. “No cualquier empresa puede realizar este tipo de operaciones; por eso la experiencia y tecnología de Chevron y Westlawn son cruciales para operar en entornos sensibles”, señaló el ministro.
En la ceremonia, Pedro Romero, vicepresidente de exploración internacional de Anadarko, agregó: “Hemos puesto muchísimo esfuerzo en este proyecto y esperamos que nuestra contribución al desarrollo del país sea significativa”.
Sin embargo, es importante decir que el ingreso de estas multinacionales posiciona al Perú como un destino atractivo para la inversión internacional, pero también genera interrogantes sobre la sostenibilidad y los riesgos ambientales.
Voces críticas: alerta sobre impactos ambientales
La Municipalidad Provincial de Trujillo ha identificado posibles impactos si se extrae petróleo en el mar trujillano. Ante la posibilidad de que se realicen labores de explotación de petróleo por parte de la empresa Anadarko Perú B.V., los funcionarios ediles pidieron que el estudio que se elabora sea técnico y social, previendo posibles impactos en la biodiversidad marina, terrestre y en la población. Esta posición se enmarca en el compromiso de la municipalidad con el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.

En mayo de este año, personal de la consultora Walsh Perú S.A. se reunió con Luis Guillen Pinto, gerente general de la Municipalidad Provincial de Trujillo -en representación del alcalde Mario Reyna Rodríguez-, para levantar información necesaria para el Estudio de Impacto Ambiental Detallado del proyecto “perforación Exploratoria en el lote Z-62”.
En la reunión también participaron una representante del Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (SENACE) y el gerente del Servicio de Gestión Ambiental de Trujillo, Wilso Rodríguez.
Ante la posibilidad que frente a las costas de Trujillo se realicen labores de explotación de petróleo por parte de la empresa Anadarko Perú B.V, Sucursal Peruana, los funcionarios ediles pidieron que el estudio que se elabora sea técnico y social, previendo posibles impactos en la biodiversidad marina, terrestre y en la población.
Anadarko informó tiempo atrás la existencia de importantes reservas de petróleo en el litoral norte peruano y prevé que la exploración en el lote Z-62 en La Libertad conllevaría perforar 15 pozos de extracción, con una inversión de US$ 100 millones.
La empresa ya hizo exploraciones en aguas profundas, a más de 500 m. Actualmente procesan la información recolectada y están en proceso de certificación ambiental para la perforación exploratoria en el lote Z-62, frente a las costas de Trujillo. El proyecto presentado es para la perforación exploratoria de 5 pozos exploratorios y 10 pozos confirmatorios y se ubica en una área total de 656,356 ha (6563.5 km2) entre 40 y 60 millas náuticas (entre 74 a 111 km) aproximadamente, frente a la costas de La Libertad, en profundidades de agua entre 150 y 250 metros.
Por su parte, hace un año, en agosto del 2024, el Consejo Regional de La Libertad aprobó un acuerdo de consejo en el que rechaza la exploración petrolera de la empresa Anadarko en el mar de la región La Libertad. Además, instaron a las autoridades a exigir una evaluación exhaustiva del impacto ambiental.
En el acuerdo de consejo se lee: «hasta la fecha, la empresa ANADARKO no ha presentado una declaración de impacto
ambiental, documento crucial para evaluar los potenciales daños y riesgos que la exploración petrolera podría causar al medio ambiente marino y a las actividades pesqueras. Sin esta evaluación, cualquier operación carece de la debida diligencia y transparencia necesarias para proteger nuestros recursos naturales».
También se menciona los trabajos se habían llevado sin cumplir los programas y planes de de relación comunitaria con las poblaciones ni las consultas con los pescadores artesanales.
«aunque Perú Petro afirma que los estudios se realizan a 50 millas de la costa y que no generarán impactos negativos en las actividades de pesca, no existe evidencia científica concluyente que respalde esta afirmación. La experiencia en otras regiones del mundo ha demostrado que la prospección sísmica puede tener efectos adversos sobre las poblaciones de
peces, afectando su comportamiento, reproducción y migración, lo cual podría poner en riesgo la sostenibilidad de la pesca artesanal», indica el acuerdo de consejo.
Beneficios económicos y sociales: el otro lado de la moneda
Los defensores del proyecto resaltan los beneficios económicos. Según cifras del Ministerio de Energía y Minas, la inversión inicial de Chevron y Westlawn alcanzará los 150 millones de dólares, lo que generará empleo directo e indirecto en la región y fortalecerá la seguridad energética del país.
Boluarte enfatizó que este proyecto se complementará con otras iniciativas energéticas, como plantas eólicas y fotovoltaicas, así como la expansión de la masificación del gas natural: “Queremos un sistema energético robusto, diversificado y seguro al servicio de los peruanos, respetando siempre nuestro medio ambiente”.
El gobierno asegura que los principales beneficiados serán los ciudadanos, con creación de empleo formal y desarrollo económico regional. Sin embargo, las voces críticas subrayan que este crecimiento debe equilibrarse con la protección de los ecosistemas y la participación de la sociedad civil en la supervisión de las operaciones.
Montero reiteró la estabilidad del marco normativo peruano: “El Perú ofrece un marco normativo estable y competitivo, orientado a atraer capitales que fortalezcan la seguridad energética del país”, y aseguró que los contratos incluyen cláusulas de sostenibilidad y control ambiental.
Un dilema abierto: desarrollo versus protección ambiental
Aunque el gobierno asegura que el proyecto será compatible con la transición energética, los especialistas advierten que la extracción de hidrocarburos sigue generando emisiones de carbono y podría afectar la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático.
El proyecto de la Cuenca Trujillo representa un dilema que atraviesa la política energética peruana. Por un lado, la exploración de hidrocarburos podría fortalecer la autosuficiencia energética, generar empleo y dinamizar la economía regional. Por otro, los riesgos ecológicos, sociales y climáticos son significativos y requieren medidas estrictas de control y supervisión.
La pregunta que queda en el aire es clara: ¿priorizar el desarrollo económico o proteger los ecosistemas y la biodiversidad? La respuesta dependerá de cómo el Estado, las empresas y la sociedad civil logren equilibrar intereses en un sector estratégico y sensible.
La firma de los contratos marca un paso relevante para posicionar al Perú en el mapa internacional de inversión energética. Sin embargo, para que los beneficios se materialicen, será necesario garantizar transparencia, cumplimiento de estándares internacionales, estudios ambientales rigurosos y participación ciudadana.
El desafío es mayúsculo: consolidar un país energético, moderno y competitivo sin comprometer la protección ambiental ni la calidad de vida de las futuras generaciones. La Cuenca Trujillo se perfila como un laboratorio de esta tensión, donde la política, la economía y la ecología deberán encontrar un punto de equilibrio.