Una empresa puede alcanzar el éxito de diversas maneras y según sus objetivos. Sin embargo, uno de los elementos que no debe faltar en un negocio son las buenas prácticas empresariales. En el caso de las empresas familiares, estas acciones son distintas debido a la propia naturaleza y estructura de las mismas.
Pablo Montalbetti, decano de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), afirma en el libro “100 preguntas y respuestas sobre empresas familiares” que “este tipo de proyectos empresariales se caracterizan por la concentración de la propiedad en pocas familias, en las que no solo existe aporte de capital, sino también participación en la gestión y la intención inicial real de que la empresa continúe de generación en generación”.
De acuerdo con el decano, las empresas de este tipo son más complejas que las tradicionales. “A la dificultad de enfrentarse a un mundo cada vez más competitivo y global, hay que agregarle la de la relación de accionistas familiares y familiares directos, su convivencia, sus deseos de poder, entre otros factores”, explica en la misma obra de su autoría.
Por ello, Pablo Montalbetti señala que, con el objetivo de tener una mayor profesionalización, una mejor performance en la administración del negocio y en la sostenibilidad en el tiempo, es preciso seguir estas cinco buenas prácticas en las empresas familiares.
- Trabajar conjuntamente. Delegar responsabilidades y empoderar a otros miembros del equipo para fomentar un ambiente de colaboración y crecimiento dentro de la empresa. Al hacerlo, las empresas familiares pueden crear un entorno propicio para el crecimiento y el éxito a largo plazo, no solo de los integrantes de la familia, sino de todos los colaboradores en general.
- Planificar la sucesión del líder de la empresa. Establecer un plan claro y transparente para garantizar una proceso gradual y exitoso. A este se le considera uno de los asuntos más complejos en las empresas familiares debido a la cantidad de cuestiones que se encuentran relacionadas, por ejemplo, quién lo sucede y cuándo, cuál es su verdadero poder, recelos de los demás familiares, capacidad de asumir retos, entre otros.
- Abordar tempranamente de manera respetuosa y constructiva posibles conflictos familiares. En estos proyectos empresariales, los problemas pueden surgir por diferencias de opiniones en la toma de decisiones, competencia por roles de liderazgo, desacuerdos sobre estrategias comerciales, entre otros. Si no son tratados de forma adecuada, estos pueden dañar las relaciones y afectar la productividad del negocio.
- Establecer políticas y procedimientos claros. Estos garantizan la equidad e imparcialidad en la toma de decisiones con el fin de evitar el trato desigual entre los miembros de la familia. A diferencia de las empresas convencionales, en las que las decisiones pueden tomarse en base a criterios objetivos y estructuras jerárquicas, las empresas familiares requieren un abordaje que tome en cuenta las relaciones y las dinámicas interpersonales.
- Mantener un diálogo constante con los accionistas. Servirá para comprender cuáles son sus expectativas, intereses y prioridades. De esa forma, se apunta a establecer un entorno de confianza, colaboración y unidad, en el que todos los stakeholders se sientan tomados en cuenta y comprometidos con el éxito del negocio a largo plazo.